EXCURSIONES

Yaguaretés a la vista la nueva atracción en los Esteros del Iberá

Los Esteros del Iberá lentamente van transformándose en un lugar donde ese encuentro puede ser posible.

Los amantes de la naturaleza siempre sueñan con ese momento. Estar cara a cara ante uno de los depredadores más poderosos. El Pantanal, en Brasil era uno de los mejores escenarios para un turismo vinculado a la búsqueda de ese contacto. Hasta ahora. Los Esteros del Iberá lentamente van transformándose en un lugar donde ese encuentro puede ser posible.

Por ahora los privilegiados son los especialistas y colaboradores que trabajan en la isla San Alonso, el epicentro de la experiencia de rewilding que puso en marcha Douglas Tompinks y que cada día da pasos agigantados hacia el objetivo de recrear la naturaleza original de los Esteros del Iberá, con el yaguareté como depredador tope: el encuentro es posible. Juruna, Sagua’a y Sãso, los primeros yaguaretés que circulan libres por el Iberá se mostraron sin miedo ante las cámaras de Matías Rebak, un correntino que trabaja en Fundación Rewilding Argentina.

“Hacía mucho tiempo que imaginaba esta foto, que en un simple “click” resume el trabajo incansable de mucha gente durante muchos años para que hoy sea una realidad. Hace pocos días encontrábamos huellas de Mariua y sus cachorros en los caminos vehiculares de San Alonso. Reconozco que, para mi, fue impactante ver huellas de yaguaretés sobre huellas de un vehículo; fue muy fuerte, quizás hasta hoy, fue la foto más representativa que hice durante estos años en Iberá. Tan solo huellas de este gran felino en un camino que recorrimos incasablemente de ida y vuelta, imaginando siempre que por allí algún día dejaría sus pisadas un yaguareté. Según me contaron, Doug Tompkins dijo: “Algún día por este camino vamos a ver huellas de yaguareté”, y así sucedió, como todo lo que él imaginó hace 15 o 20 años atrás; sin duda un visionario a quien admiro enormemente. Ahora, Juruna y sus cachorros nos regalaron este momento inolvidable, que junto a mis compañeros pudimos disfrutar y que difícilmente podamos olvidar. Allí estaban los tres, libres, caminando, recorriendo la costa del bañado. ¿Y nosotros? A poco más de 130 metros, gritando (pero por dentro) un enorme sapucay de alegría”, contó el entusiasmado fotógrafo.

Fuente: economis.com.ar